sábado, 18 de abril de 2009

Venezuela reparte peces a sus hijos...no les enseña a pescar


Desafortunadamente, la política del gobierno venezolano por más de una década ha sido repartir peces en vez de enseñar a pescar. La gestión social que se realiza a través de las diferentes misiones conllevan un problema social a largo plazo. Cuando una persona se inscribe a alguna misión, recibe una determinada cantidad de dinero periódicamente (dependiendo de la misión que se trate) en su cuenta bancaria. En algunos casos, sólo asisten para que quede sentada su presencia en la lista de asistencia, pues de lo contrario puede que no reciban la renta a fin de mes. Entoncés, verdaderamente ¿están aprendiendo algo?.

La política social, sobre todo este tipo de gestión, no se puede negar que a primera vista puede ser tarjeta de presentación de un gobierno generoso y preocupado por el desarrollo de los sectores menos pudientes; sin embargo, hay que evaluar y medir los resultados a largo plazo.

Muchas personas consideran como un modo de vida, el ser beneficiario de la renta proveniente de una misión social en vez buscar un empleo. Lo anterior explicaría que la tasa de desempleo baje y baje, ésta se encontraba en 9,5% en enero bajando a un 7,3% hasta marzo de este año de acuerdo a las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE). De manera que según el mencionado instituto, cada mes, son menos los venezolanos que forman parte de este indicador; o será que los inscritos en las misiones cuentan como ocupados.

Si las misiones sociales son para reinsertar o incorporar personas al indicador de ocupados, felicito al gobierno pues lo está logrando; pero las misiones son para engrosar la fuerza laboral del país, no para darles rentas sólo por aparecer inscritos en ellas simplemente (sin siquiera saber si culminaron el programa).

Al hablar de la excelencia en un programa social como forjador de mentes, debe hablarse del que considero el mejor programa social que existe en Venezuela, el Sistema nacional de orquestas juveniles e infantiles, fundado por el maestro José Antonio Abreu. Este programa sí siembra, deja huella en cada uno de los niños y jóvenes participantes, cambia sus vidas para bien lo cual le trae muchos beneficios al país, pues se nutre la futura fuerza laboral y es positivo para la seguridad social como futuros cotizantes.

Sin duda, el Sistema debe ser ejemplo de los otros programas sociales que dejan mucho que desear. El Estado venezolano si continúa con su rol de paterfamilia al extremo está es mal acostumbrando a muchos, no hablo de todos, porque conozco excelentes profesionales egresados de universidades públicas quienes son ejemplos a seguir. En otras palabras, se asemeja a la madre que consiente demasiado a sus hijos para convertirlos en adultos insuficientes, que no se pueden valer por sí mismos.

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